
(Léase con acento francés)
-Querida, ¿Cuántos terrones de azúcar?
-Uno, por favor. Solo de escuchar tu voz diciendo azúcar me entra diabetes, amor mío.
-Vaya, lo lamento cachito de cielo. Me da la sensación de que algo va mal entre nuestros bigotes.
-No lo dirás por lo de la semana pasada, querido, ya te dije que el conde de Pompidou quería ver mis galas y por eso estaba viendo mi armario y que sentía pasión por mi ropa, tanta que quiso probársela y por eso estaba en paños menores querido. ¿Querido? ¿Por qué cada vez que te hablo miras mis pechos? ¡Nunca me prestas atención!
-No, no. No miro tus pechos querida, sino tu corsé y los encajes de tus galas.
6 comentarios:
qué bueno! XDDD no se me ocurre otra cosa que decir.. no paro de reírme XD
Te deja con la pica de saber k va a pasar ... k galas se pondrá en la fiesta de la anciana baronesa a quien no habrán invitado.
me ha gustado muchisimo... mas, mas, mas, queremos mas.
Al final todo se resume en una discusión gatuna habitual en todos los hogares franceses de la época...
Hacen una pareja genial.
Muy bueno, maria. Salud.
MarramiauuUUu!
Ironia gatuna ^^
Muy bueno!gracias por descubrirme tu blog, nos vemos por aquí!
:^)
Que chulo!!
Desde luego el gato tiene que dejar de tomar azucar, porque le ha dejado tonto XD
¡¡¡Que bueno!!! Como cambiar de tema sin hacerlo, esto es diplomacia...
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