jueves, 15 de julio de 2010

Feliz infeliz

Un maquinista solitario, docto en cables y electrodos, vivía la soledad de ser arrancado de su tierra.

Un día, se vió deslumbrado por una máquina de tren que le haría olvidar esa tierra perdida. Podría viajar a cualquier lugar del mundo, ya no caminaba solo. Las promesas de un nuevo destino, eran el combustible que le llevarían tan lejos como él deseara. Pero algo pasó, no sé muy bien el qué, pero aquel tren empezó a oxidarse, algunas de sus piezas necesitaban ser remplazadas y ya no era posible repararlas.

Aún así la maquinaria funcionaba y para devolver el resplandor a su caballo de metal, decidió añadir nueva maquinaria; cuatro vagones al cual más dispar. El primer vagón, salió antes de la fábrica de creación. Dicen que por un altercado de contrabando, pero era único en el mercado, pues para ser un vagón, parecía una yegua desbocada a la orilla del mar. El siguiente, era musgo bajo la lluvia, un bosque frondoso donde el silencio de la naturaleza no paraba de gritar la lógica universal. El tercer vagón era una ciudad amurallada difícil de acceder. Desde sus murallas se veía como la bola de fuego se disolvía en un mar de aire expandiendo el cielo en llamas. Pasó el tiempo y por sorpresa, apareció el vagón más pequeño. estaba lleno de burbujas de arco iris y dentro vivía una araña de colores que tejía con hilo de sueños para que todos los vagones pudieran vivir su libertad.

Pero la máquina... Aquella cabecera color siena, albergaba carbón doloroso que nunca se prendería olvidando la tristeza en el infinito. Y aunque a veces miraba de reojo y veía tras de sí una yegua cabalgando, un bello bosque refrescante, una puesta de sol estallando y una araña tejiendo sueños mientras el maquinista cuidaba todo aquello... Nunca, nunca pudo ver la belleza que habían creado a su alrededor.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Triste historia, pero muy bonita.

Dbr dijo...

Mirar atrás, a lo que has dejado, puede ser bonito, pero también doloroso. Mirar hacia delante es mirar con la ceguera de la esperanza.

Pero lo que uno necesita de verdad, es un poco de carbón... e ir, ir sin importar el destino.

Mª Luisa dijo...

Lo suyo sin duda, es continuar en buenas condiciones. Reparar a nivel del presente lo que afectó en el pasado y vivir, crecer sin limitaciones. No cegarse con falsas esperanzas en el futuro, sino ser realistas y creer en lo que somos.
Ese es el auténtico combustible para fluir, junto al amor propio y altruista.